El pasado 29 de mayo, en el histórico pueblo de Écija, tuvo lugar uno de esos días que difícilmente se marcharán de mis recuerdos más emocionantes y bellos jamás vividos.
Fue en Écija donde se celebró el VI Encuentro de Asociaciones de Mujeres de la Provincia de Sevilla. Yo fui invitado por la Asociación de Mujeres IDEM de Brenes, a la que estoy muy agradecido por el buen trato que en todo momento tuvo conmigo y por haberme dado la oportunidad de seguir haciendo llegar mi palabra escrita al máximo número de personas.
Eso sí, no me esperaba que aquella carpa en el Parque de San Pablo pudiera albergar a más de 3000 asistentes, la mayoría mujeres, claro está. Como tampoco me esperaba ver cámaras de televisión delante del escenario y menos aún que asistiera la mismísima Ministra de Igualdad, Bibiana Aído. Los nervios, más en mí conociéndome como me conozco, afloraron enseguida por la relevancia del evento.
Pero una vez en el escenario, esos fastidiosos nervios se fueron disipando. Releía las dos poesías que tenía que recitar: una dedicada a la mujer maltratada y la otra piropeando con letras mayúsculas a la mujer. Después levanté la cabeza, observando con atención: no sé si era yo o era un doble de Joaquín Sabina, por la cantidad de gente que veía frente a mí mirándome expectante.
Pero eso no puso nada nerviosa mi voz poeta. Empecé a recitar mi Poema a la mujer maltratada, ante el inquietante silencio de las miradas que se me clavaban, para que, finalizado mi recitar, se rompiera entre aplausos y “oles” como nunca había tenido la suerte de presenciar. Con Piropo, el mismo ritual. Y nuevamente, los aplausos y vítores me pusieron el vello de punta.
Ya fuera del escenario, fui asaltado por numerosos gestos de felicitación y admiración por mis trabajos. Me quedo con el afecto especial de una señora mayor, de Los Corrales, que se me vino emocionada a abrazarme, dándome dos besos por lo bonito que lo había escrito y recitado. Me dio hasta una dirección para que le hiciera el favor de mandarle las dos poesías y tenerlas consigo para siempre.
El cariño y el elogio para un escritor es lo más que uno puede recibir del pueblo. Ambos términos los había recibido mediante los correos de algunos lectores de mis libros, pero vivirlo de una manera tan cercana como lo viví en Écija, eso no lo había experimentado nunca. Esas instantáneas ya son imborrables en mi álbum de fotos, y prometo desde mi blog que amenazo con volver a repetir. Y es que cuando uno se siente tan querido, tan apreciado por tanta gente, cuesta mucho bajarse de ese escenario.
Fue en Écija donde se celebró el VI Encuentro de Asociaciones de Mujeres de la Provincia de Sevilla. Yo fui invitado por la Asociación de Mujeres IDEM de Brenes, a la que estoy muy agradecido por el buen trato que en todo momento tuvo conmigo y por haberme dado la oportunidad de seguir haciendo llegar mi palabra escrita al máximo número de personas.
Eso sí, no me esperaba que aquella carpa en el Parque de San Pablo pudiera albergar a más de 3000 asistentes, la mayoría mujeres, claro está. Como tampoco me esperaba ver cámaras de televisión delante del escenario y menos aún que asistiera la mismísima Ministra de Igualdad, Bibiana Aído. Los nervios, más en mí conociéndome como me conozco, afloraron enseguida por la relevancia del evento.
Pero una vez en el escenario, esos fastidiosos nervios se fueron disipando. Releía las dos poesías que tenía que recitar: una dedicada a la mujer maltratada y la otra piropeando con letras mayúsculas a la mujer. Después levanté la cabeza, observando con atención: no sé si era yo o era un doble de Joaquín Sabina, por la cantidad de gente que veía frente a mí mirándome expectante.
Pero eso no puso nada nerviosa mi voz poeta. Empecé a recitar mi Poema a la mujer maltratada, ante el inquietante silencio de las miradas que se me clavaban, para que, finalizado mi recitar, se rompiera entre aplausos y “oles” como nunca había tenido la suerte de presenciar. Con Piropo, el mismo ritual. Y nuevamente, los aplausos y vítores me pusieron el vello de punta.
Ya fuera del escenario, fui asaltado por numerosos gestos de felicitación y admiración por mis trabajos. Me quedo con el afecto especial de una señora mayor, de Los Corrales, que se me vino emocionada a abrazarme, dándome dos besos por lo bonito que lo había escrito y recitado. Me dio hasta una dirección para que le hiciera el favor de mandarle las dos poesías y tenerlas consigo para siempre.
El cariño y el elogio para un escritor es lo más que uno puede recibir del pueblo. Ambos términos los había recibido mediante los correos de algunos lectores de mis libros, pero vivirlo de una manera tan cercana como lo viví en Écija, eso no lo había experimentado nunca. Esas instantáneas ya son imborrables en mi álbum de fotos, y prometo desde mi blog que amenazo con volver a repetir. Y es que cuando uno se siente tan querido, tan apreciado por tanta gente, cuesta mucho bajarse de ese escenario.
1 comentario:
Felicidades, poeta.
Brindo por tus éxitos, querido amigo.
Saluditos,
Mián Ros
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