Decían las letras de unas sevillanas que “si me enamoro algún día, me desenamoraré, para tener la alegría de enamorarme otra vez”. Enamorarme otra vez… Volver a sentir ese añorado cosquilleo de mariposas revoloteando dentro de mí. Volver a ser el protagonista del sueño más bello jamás soñado. Tener un nuevo e ilusionante beso tatuado en mis labios con forma de media luna. Una nueva cicatriz grabada con una caricia que reposa en mis mejillas. Volver a creer en el amor verdadero.
Últimamente, a este loco que os escribe desde su acalorado estudio (la maldad del compadre Lorenzo ya es tremenda) le está pasando algo extraño. Algo que no le ocurría desde hace más de un año, y que no pensaba que volvería a ocurrirle tan pronto y de una manera tan inesperada. No, yo no veo muertos como el niño del Sexto Sentido, como tampoco veo a tres en un burro. Veo…
Veo que mi estudio de horrores ya no me da tanto miedo. Las brujas con verruga en la nariz se han transformado en inmaculados ángeles celestiales; los oscuros castillos en ruinas son ahora esplendorosos palacios de cristal rodeados de ensoñadores bosques; las vampiresas maquilladas con sangre son dulces princesas ataviadas con vestidos de fiesta y los murciélagos… sí, son mariposas adornadas con arco iris de colores.
En el cielo, nubes convertidas en guiños de mujer me dan cada mañana los buenos días; escucho a los pájaros cantar baladas propias de Luis Miguel. Y la dichosa sonrisa tonta que no se me quita de la cara, para que después, una vez caído el oscuro velo nocturno, me ponga a hablarle de hermosuras y preciosidades a mi fiel psicóloga la mesita de noche.
Debería ir al médico a que me viera. Pero, ¿para qué? ¿Me curarán sus tóxicas medicinas o sus ilegibles recetas? Además, yo sé mejor que el médico qué es lo que me pasa. Lo que no sé es cómo se cura; no sé si en realidad tiene cura. Aiiiiiiiii…
He vuelto a suspirar. He vuelto a saber qué es un suspiro. Su significado. De donde viene. Suspiro, y yo con estas pintas. Sin afeitar, con malos pelos, en chanclas y con una camiseta blanca manchada de tomate. ¡Dios, tengo que hacer algo!
Afeitarme, ducharme, vestirme con una camisa mona, un pantalón mono y unas zapatillas del mismo simio. Desodorante, colonia, quitarme las gafas y ponerme las lentillas, peinarme, tener buenos modales, tener una chispa de gracia, estar atento a las jugadas, mostrarme cariñoso y elocuente,…
Uffff, me matan los nervios. Y todo por un simple suspiro. No sé cuánto durará. Si será breve o duradero. Si me decepcionará al final o sin embargo me llevará a otro suspiro más maravilloso y placentero. Sea como sea… Aiiiiii…. Con vuestro permiso, voy a dar un paseo en el coche. Necesito ir al parque más alejado del mundo y quedarme por un momento a solas. Dibujaré un corazón en uno de los bancos, tocaré madera y esperaré con paciencia los cálidos abrazos de su latir.
Últimamente, a este loco que os escribe desde su acalorado estudio (la maldad del compadre Lorenzo ya es tremenda) le está pasando algo extraño. Algo que no le ocurría desde hace más de un año, y que no pensaba que volvería a ocurrirle tan pronto y de una manera tan inesperada. No, yo no veo muertos como el niño del Sexto Sentido, como tampoco veo a tres en un burro. Veo…
Veo que mi estudio de horrores ya no me da tanto miedo. Las brujas con verruga en la nariz se han transformado en inmaculados ángeles celestiales; los oscuros castillos en ruinas son ahora esplendorosos palacios de cristal rodeados de ensoñadores bosques; las vampiresas maquilladas con sangre son dulces princesas ataviadas con vestidos de fiesta y los murciélagos… sí, son mariposas adornadas con arco iris de colores.
En el cielo, nubes convertidas en guiños de mujer me dan cada mañana los buenos días; escucho a los pájaros cantar baladas propias de Luis Miguel. Y la dichosa sonrisa tonta que no se me quita de la cara, para que después, una vez caído el oscuro velo nocturno, me ponga a hablarle de hermosuras y preciosidades a mi fiel psicóloga la mesita de noche.
Debería ir al médico a que me viera. Pero, ¿para qué? ¿Me curarán sus tóxicas medicinas o sus ilegibles recetas? Además, yo sé mejor que el médico qué es lo que me pasa. Lo que no sé es cómo se cura; no sé si en realidad tiene cura. Aiiiiiiiii…
He vuelto a suspirar. He vuelto a saber qué es un suspiro. Su significado. De donde viene. Suspiro, y yo con estas pintas. Sin afeitar, con malos pelos, en chanclas y con una camiseta blanca manchada de tomate. ¡Dios, tengo que hacer algo!
Afeitarme, ducharme, vestirme con una camisa mona, un pantalón mono y unas zapatillas del mismo simio. Desodorante, colonia, quitarme las gafas y ponerme las lentillas, peinarme, tener buenos modales, tener una chispa de gracia, estar atento a las jugadas, mostrarme cariñoso y elocuente,…
Uffff, me matan los nervios. Y todo por un simple suspiro. No sé cuánto durará. Si será breve o duradero. Si me decepcionará al final o sin embargo me llevará a otro suspiro más maravilloso y placentero. Sea como sea… Aiiiiii…. Con vuestro permiso, voy a dar un paseo en el coche. Necesito ir al parque más alejado del mundo y quedarme por un momento a solas. Dibujaré un corazón en uno de los bancos, tocaré madera y esperaré con paciencia los cálidos abrazos de su latir.
4 comentarios:
Buaaaah si es verda lo que te esta pasando¡¡... tengo muchas ganas de leer tus nuevas entradas,,
Cuando se está enamorado te entra una inspiración distinta...
Pues sí que te ha dado fuerte jajajaja, yo sé lo que se siente. Cuando llegues al parque el banco estará todo pintado, seguro.
Un saludo de tu amiga.
aaaw.. lei esto y casi muero.. senti claramente lo que siente... me identifique.. que bien!
Vaya lujo de volver a enamorarse.....Cuando llegues a ese parque lo verás todo más lindo todavia....Un beso.
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