Retomo la lectura de mi gran Maestro
literario Stephen King con una de sus últimas novelas publicadas. Se trata de Joyland, editada en 2013. Y con Joyland retomo también a disfrutar de
una historia emotiva de King, como me sucedió con su último libro que leí (Blaze). Con esta novela, el autor se
vuelve a quitar la eterna etiqueta de “escritor de terror” para colocarse con
todo mérito la etiqueta de “escritor de bellas historias”. Porque Joyland, además de ser un parque de
atracciones de Carolina del Norte, es también una bella y conmovedora historia.
Aun
siendo bella y conmovedora, King tampoco deja de lado sus inicios terroríficos
e inquietantes, y esa belleza la traslada hasta un relato policíaco de crímenes
sin resolver y de fantasmas, dejando de esta manera su sello personal e
intransferible que tanta fama y éxitos le dieron.
Todo
comienza en el verano de 1973. Devin es un joven universitario que,
aprovechando sus vacaciones, consigue un puesto de trabajo en Joyland. Algo que
le viene estupendo para así ganarse un buen dinero para sus estudios y mantener
su mente ocupada para no estar pensando una y otra vez en la triste ruptura con
su novia. En el parque de atracciones, Devin trabaja de mantenimiento y se
disfraza de perro (Howie, la mascota de Joyland) para divertir a los más pequeños.
Aquello consigue de nuevo llenarle de vida.
Pero
habrá dos hechos significantes que marcarán el futuro de Devin en el parque. El
primero, conocer que en la atracción de la Casa Embrujada de
Joyland se produjo el terrible asesinato de una muchacha. Un crimen donde nunca
llegaron a coger al asesino y cuyo fantasma de la chica suele aparecerse en el
interior de esa atracción, según la rumorología de los que allí trabajan. El
segundo hecho llega cuando Devin conoce a un niño con distrofia muscular
llamado Mike. Un niño que vive solo con su protectora madre y con un don. El
don de la visión. Ese don será crucial en el devenir de la historia para responder
a la pregunta que se hará constantemente el lector de la misma: ¿quién mató a
la joven Linda Gray?
Varios
personajes entrarán en esa lista de posibles candidatos (al estilo Scream). Pero sólo uno es el verdadero
asesino. Serás tú, mi querido lector, quien se tenga que encargar de
averiguarlo. Pero repito, lo mejor no será averiguar quién es el asesino; lo
mejor será averiguar que Joyland, además de sus atracciones, su entretenimiento
y diversión, tiene una historia que llegará a emocionar a todos.
A favor: Stephen King vuelve a alcanzar
la fibra sensible del lector gracias a un parque de atracciones que será
inolvidable para sus visitantes. En él encontraremos diversión, misterios,
miedos, pasión, magia y mucha mucha emoción (sobre todo al final de la novela).
En contra: Acostumbrado a los novelones de King
(como mínimo de 500 páginas por libro), Joyland
se hace mucho más breve con sus 300 páginas. No le hubieran venido nada mal
unas 200 páginas más con los mismos ingredientes.
La frase: “El último momento bueno siempre llega
y, cuando se vislumbra la oscuridad avanzando sigilosamente hacia uno, te
aferras a aquello que fue brillante y bueno. Te aferras como si tu vida
dependiera de ello.”
1 comentario:
Me encanta Stephen King, aunque todavía no he leído Doctor Sueño, me anoto también esta a la lista de lecturas pendientes. Hay tanto que leer!!!
Gracias por tu reseña.
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