¡Qué difícil era publicar un libro hace veinte años! Por entonces, eran pocos los escritores elegidos para llegar al ansiado lector. Y muchísimos otros escritores se tenían que conformar con la autopublicación (para el que se la pudiera permitir) o con simplemente tener a su círculo familiar y de amistades como únicos lectores, después de sufrir rechazo tras rechazo de distintas editoriales.
Por fortuna para el escritor, cambiaron los tiempos. Y cambiaron para su bien. Para nuestro bien, metiéndome yo también en el mismo saco. La llegada a nuestras casas y a nuestros ordenadores de Internet nos ofrecía la posibilidad de dar a conocer esos trabajos que ya estaban criando polvo encima de nuestro escritorio. Y ya no sólo darlos a conocer a nivel provincial. Ni regional. Ni siquiera nacional, sino ¡a nivel internacional! Porque además de leerte un chaval de Algeciras o una chavala de Figueras, también podía leerte un señor de Rosario (Argentina) o una señora de Monterrey (México). El sencillo y gratuito servicio de un blog personal nos serviría para ir publicando en él todo escrito que deseáramos. Novela dividida en capítulos, relatos, poesía, ensayo, artículos periodísticos,… Y todo ello sin padecer ningún tipo de rechazo.
Más tarde, comenzaron a emerger de la red internauta las editoriales online (Lulú, Blurb, Bubok,…). Editoriales donde todo autor que quisiera podía publicar su libro en papel, con venta según la demanda de compradores, y en formato electrónico. Claro que la venta en papel se hacía harto complicada, por tratarse de autores desconocidos sin repercusión comercial ni publicitaria. Así que la salida más directa y asequible a esos trabajos era el ebook, y a poder ser, con descarga gratis. Al fin y al cabo, ese es el mayor premio para un escritor: ser leído, por cuanta más gente mejor.
El único problema de los ebooks era que, o te jubilabas la vista en unos minutos leyendo en la pantalla del ordenador, o tenías que imprimir el libro descargado, que como fuera muy extenso, te dejaba seco al instante de papel y tinta. Y ahí es donde surgió la solución ideal: el libro electrónico, capaz de almacenar miles y miles de obras en ese formato revolucionario y de cómoda lectura.
Y vaya si ha tenido una gran acogida en España. En las navidades pasadas, el denominado “libro del futuro” fue de lo que más triunfó entre los regalos de Papá Noel y de Reyes. Y en las navidades venideras vuelve a apuntar alto, más aún con la bajada de precios que muchos modelos han obtenido.
En resumidas cuentas: que hoy por hoy el que no es escritor es porque no quiere. Internet y el Ebook han ofrecido al autor a que tenga la libertad, la facilidad y el derecho de llegar a millones de lectores de todo el mundo sin que ninguno de esos autores se apellide Rowling, King o Follett. Porque los Emcharos y compañía también lo valemos y lo merecemos.
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