viernes, 19 de septiembre de 2008

“Franky Sustitos”: Capítulo 6

- Los invitados -


Cuando la señora Petria encendió la luz del sótano, Franky Sustitos quedó asombrado por lo que vio allí dentro. El sótano entero estaba repleto de ¡muertos vivientes! Muertos que iban de un lado para otro llenos de gusanos, que estaban sentados leyendo el periódico, tumbados escuchando música en la radio o bebiendo una copa de champán. El hedor allí concentrado era nauseabundo.
- ¡Esto fue lo que hice para que me castigaran! -, le dijo la anciana al niño.
- ¿Despertó a todos los muertos del cementerio?
- A todos los muertos, no. Pero a unos cuantos sí que los desperté. Y me los llevé al colegio. De fiesta. ¡Cómo se desmadraron, los jodíos! El problema es que no me los he podido quitar de encima. Como soy su única vecina, vienen de vez en cuando aquí a montar más fiestas.
En ese instante, una voz sonora se dirigió a la señora Petria. Era la voz de un muerto.
- ¡Eh, saco de huesos, le dije hace trece años que hiciera el favor de traer un televisor, y sigue si querer hacerme caso! ¿Qué coño le pasa? ¿No entiende mi idioma?
- Te entiendo perfectamente, Costillas, y te he dicho miles de veces que no tengo dinero para comprar un televisor.
- ¡Pues róbelo, joder!
- ¡Claro, a mi edad estoy yo para cargar con un televisor!
- ¿Y ese enano? ¿Por qué no lo manda a él para que haga el trabajo?
Franky permaneció en silencio, sin decir ni mu.
- Este enano es mi invitado, no un ladrón. Venga pequeño, vámonos arriba. Este no es el lugar más adecuado para ti.
La señora Petria y Franky se disponían a marcharse. Antes, volvieron a oír la voz furiosa del muerto.
- ¿Que no es el lugar más adecuado? ¡Es una vieja chiflada, entérese bien! Y le advierto una cosa: si en una semana no está aquí el televisor de 42 pulgadas que le pedí, algo malo va ha pasar en Senerber.
- ¡Qué susto! -, dijo con ironía la anciana. - ¿Me está amenazando el mismísimo Román Costillas?
- ¡La estoy amenazando a usted y a este maldito pueblo! Si en una semana no veo el televisor en el sótano, le prometo que lo mandaré todo a la mierda.
- ¡Bah, bobadas!
La anciana y el niño se fueron definitivamente del sótano, volviendo a dejar a oscuras a los muertos vivientes. El castigo de Franky había acabado esa noche. A su vez, comenzaba una nueva aventura: conseguir un televisor para Román Costillas y evitar la destrucción de Senerber. El muerto había hablado muy en serio. Tenía de plazo una semana. Eso significaba que debía ponerse manos a la obra desde ya si quería lograr su objetivo.



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