jueves, 26 de noviembre de 2020

Dios ya tiene su mano futbolística más preciada

 

 
 

           Desde mi blog quiero sumarme hoy a las condolencias por el triste fallecimiento del astro argentino Diego Armando Maradona. Ha sido sin duda una pena muy grande para todos los que amamos de corazón ese bello deporte llamado fútbol. 

 

            Cuando yo era niño (hablamos entre finales de la década de 1980 y comienzos de 1990), mis dos mayores pasiones eran la escritura y el fútbol. Mi gran ídolo en la escritura era Stephen King. En el fútbol, por supuesto estaba Maradona. De Diego guardaba revistas, libros, videos, posters, fotos, cromos, y hasta una camiseta de Argentina con su nombre y el 10 a la espalda que me regalaron por Reyes.

 
 


       Para mí no sólo se trata del mejor futbolista de la historia. Es mucho más. Es la imagen del futbolista con el que yo soñaba convertirme algún día, como la gran mayoría de niños de aquella época que disfrutábamos dándole patadas a un balón en campos de tierra. Soñaba con poder ser como el Maradona campeón del mundo; como el Maradona que triunfaba en el Nápoles; como el Maradona que llegó a jugar en el equipo de mis amores, el Sevilla FC. 

 

            Maradona, al igual que King en la literatura, ha sido una figura muy importante en mi infancia. Muy importante en mi vida. Con el Maestro del Terror empecé a maravillarme y a entusiasmarme cada vez más con la lectura y la escritura. Con el Pelusa descubrí que el fútbol puede llegar a ser toda una obra de arte en movimiento. 

 

            Descansa en paz, barrilete cósmico, y gracias. Gracias por formar parte de mi vida. Gracias por ilusionarme y admirarte por cada jugada o cada gol tuyo. Y gracias por regalarnos tanto a cambio de nada.

  


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