Antes de que la “era de los ordenadores” llegara a nuestras vidas, los
escritores teníamos dos medios en los que plasmar nuestros escritos: a mano
(normalmente a boli) y ya de forma más presentable a máquina de escribir. Yo como
autor he vivido los tres procesos, siendo el más nostálgico el de escribir a máquina.
Ese proceso ya prácticamente se ha perdido con la aparición de los ordenadores y
de los procesadores de texto. ¡Pero qué recuerdos aquellos! Con tan sólo la
imagen de la máquina y el sonido que emitían sus teclas te inspiraban para
escribir cosas muy chulas.
La única máquina de
escribir que yo usé en mis tiempos mozos fue una Adler Tippa de color amarillo,
que podéis ver en este artículo. La máquina, que pertenece al año 1968, era de
mi abuelo materno. De mi abuelo pasó a mi tía, y de mi tía pasó por último a mí.
Tiene un grandísimo valor sentimental para un servidor, por formar parte de mis
raíces familiares y porque también forma parte de mis inicios literarios. Mi
primer teclado literario, mis primeras historias, mis primeros sueños con
formas de letras salieron de las entrañas de aquella inolvidable Adler Tippa de
color amarillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario