El nacimiento de mi relato Padre Nuestro se empezó a fraguar con la
convocatoria de la III Edición
del Certamen de Relatos que organizaba la prestigiosa Web del Terror. Había dos
condiciones obligatoriamente a cumplir: que la historia se desenvolviera en un
escenario cerrado y que los zombies no fueran los protagonistas de la misma.
Lo de prohibir zombies no
era un tormento para mí (creo que debo de ser uno de los pocos escritores de
terror que no se ha cebado de los muertos vivientes en sus publicaciones,
exceptuando a Román Costillas en mi novela El
diverterrorífico mundo de Franky Sustitos). En cuanto a lo del escenario
cerrado quería uno que no fuera muy habitual y que tampoco hubiera tocado en
mis anteriores historias. Es obvio que los primeros pensamientos que contengan
las palabras “terror” y “escenario cerrado” se me fueran en la dirección de
casas embrujadas, mansiones (que ya tenía mi mansión de Cruell), castillos, habitaciones,
hoteles u hospitales. Todos esos los deseché y al final, tras varias
cavilaciones conmigo mismo, decidí quedarme con un escenario atípico de
historias de miedo donde pensé que podría sacarle mucho jugo… y mucha sangre:
una iglesia. La iglesia de San Fausto.
Los protagonistas de éste mi
nuevo y ambicioso relato serían tres peligrosos atracadores: Torque (el jefe),
Castro y Nandi. Su trabajo se basaba en robar a los feligreses de diferentes
iglesias, en mitad de la misa. Justo cuando el sacerdote que la oficiaba
empezara a rezar el Padre Nuestro. Es ahí cuando el trío de atracadores
entraría en acción. Yendo por las buenas en principio y por las malas si el
asunto se ponía feo, sin contemplación por nada ni por nadie. Si era necesario
llegar a torturar o matar a alguien, se torturaba o se mataba, así de sencillo.
Sin embargo, estos
atracadores se encontrarán con una iglesia muy distinta a las que han robado
con anterioridad. San Fausto no es la iglesia que aparenta ser. No es una
iglesia inofensiva, a la que sólo se va a rezar. Es una iglesia que esconde
muchos secretos. Secretos aterradores que llevan ocultos durante cientos de
años a los ojos del Hombre. Secretos de los que podrían ser víctimas Torque y
compañía si se atreven a ir más allá de lo que esconden. De ellos, de su
decisión crucial en cuanto al devenir del atraco dependerá el desenlace final
de Padre Nuestro. Lo que sí tienen
claro es que esta vez el peligro no sólo viene de ellos; en ese escenario
divino, el peligro también puede venir de arriba (del Cielo) o de abajo (de los
mismísimos infiernos). Que Dios les ayude. Falta les hará.
“Padre Nuestro”, relato de Emcharos incluido en la
antología de terror “Dejen morir antes de entrar” (Amazon): http://www.amazon.es/Dejen-morir-entrar-Carlos-Coordinador/dp/1495325601
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