El relato número
13 de La noche se acerca (o doce más
uno para los supersticiosos) se convierte en un viaje en taxi que no será nada
cómodo ni agradable sobre todo para su ocupante protagonista. Y es que con
relatos como ¡Taxi! a uno le
entrarán ganas de ir a cualquier sitio en bus, en metro o en bici en vez de
tener que coger un taxi (y que me perdonen los taxistas). Pero a veces, el
ocupar un habitáculo tan reducido como el de un coche, sentado al lado de una
persona que desconoces y que no para de darte conversación de la que no tienes
ni idea y que ni te importa puede abrumar hasta al más tranquilo de los
mortales:
“Un agente de seguros sube a un taxi rumbo a la
estación de trenes que le lleve a Madrid. En su interior, mantendrá una
profunda y tensa conversación con el taxista, que está pasando por unos
momentos complicados tras su divorcio. El amor y el desamor serán los temas que
marquen una charla que con el correr del taxímetro se irá complicando cada vez
más.”
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