Es muuuuuuuy difícil a
día de hoy poder encontrar un político perfecto, que todo lo bueno que prometa
en sus discursos lo cumpla después con hechos. No sé si Charles Chaplin, en
caso de haberse dedicado a la política, hubiera cumplido todo lo que dicta en
su discurso final en El gran dictador (1940),
pero de ser así, estoy completamente convencido de que viviríamos en un mundo
mucho mejor. Ningún político me ha llegado a emocionar tanto con sus palabras
como me emocionó el falso Hynkel con un discurso en el que el mismísimo Hitler
podía haber tomado ejemplo nada más estrenarse la película.
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