
No quiero resultar ofensivo, pero conociendo los gustos y atracciones de nuestros amigos brasileños, más de uno llamará para saber cómo se escribe la “caipirinha” que se va a meter esa noche entre pecho y espalda, o si pronuncia bien la palabra “árbitro” para acordarse después en el estadio de fútbol de la madre que lo parió.
También llamarán a ese teléfono los encargados de hacer la lista de necesidades y disfraces para el próximo Carnaval de Río y los chulitos de barrio que deseen saber si están piropeando en condiciones el buen culo de una mulata. O los amantes de la música que deseen cantar y expresar a la perfección las letras de Roberto Carlos o de Xuxa. Sumemos a esto a los escritores noveles que requieran ayuda para poder parecerse escribiendo, aunque sólo sea un poquito, a Paulo Coelho, o a los hombres enfadados que llamen preguntando por qué puñetas no es también gratis la línea erótica.
Todo sea por un Brasil mejor hablado y escrito.

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