martes, 14 de agosto de 2012

Onofre, ese viejo maldito (1ª Parte)


        Dichos y hechos que nacen en la voz, la memoria y el corazón del anciano Onofre, personaje protagonista de la novela de Emcharos "Yo fui un maldito" (Ed. Bubok).


“La soledad es una terrible enfermedad. Tiene un proceso lento, triste, melancólico. Buscas curarte por cualquier rincón de tu casa, por cualquier imagen o recuerdo. Pero no te cura. Te hace sentir más solo.”


“Dejé el peine en el lavabo en cuanto terminé, y volví a reflejarme en el espejo, echando unas miraditas como si me dispusiera ir a ligarme a la tía más buena del barrio. Aunque esa época ya había pasado. Y lo mejor: había logrado ligarme a la tía más buena del barrio.”


 “Llegaba la hora de marcharme. De decir adiós a mi hogar, a Rosario, a Carlos. Dejar atrás mis vivencias, mis tardes a solas, y empezar con una nueva rutina, una página diferente y a la vez inquietante en mi vida. Cogí la maleta con inseguridad. Apenas pesaba. Contemplé el salón con cierta emoción. Cuando comprobé que todo estaba en orden y en calma, abrí la puerta para salir, y antes de cerrar definitivamente, tuve el impulso incontrolado de volver a mirar hacia el interior de mi casa.”


“Mantener una conversación con un niño de cuatro años podía llegar a ser tan interesante como hablar con un periodista de la prensa rosa. Te hacían preguntas directas, que iban al grano. Y cuando tú le hacías una del mismo calibre, se hacían el remolón y cambiaban de tema si no les interesaba. Al menos, estaba seguro de que no me aburriría. Ellos no se cansan de hablar. Tampoco los periodistas.”


“Una residencia pequeña y tétrica, alejada de la ciudad, de toda vida humana, y rodeada por un bosque sombrío, lleno de ruidos extraños y presencias imaginarias. Era el mejor reclamo para que Hitchcock rodara una buena película de suspense, o Stephen King escribiera una novela espeluznante.”


“Creía en Dios, en la Virgen Santísima, en los ángeles, en los demonios, en todos los seres celestiales y del infierno. Creía hasta en las maldiciones, en las mías. Pienso que todo puede ser creíble. Si a mí me había sucedido y había creído en esta putada, ¿por qué no creer en los que han visto la presencia de la Virgen en un monte? ¿O el que ha visto un platillo volante sobrevolar su pueblo? Todo podía suceder, absolutamente todo. Lo que nunca te esperas que vaya a pasar, al final pasa.”


“El subconsciente era un verdadero hijo de puta. Un ser perverso y maligno, que nunca pensaba ni decía algo con cordura ni racional. Todo de lo que eras incapaz de decir a la cara, se concentraba en ese espacio de mi cabeza, como si estuviera poseído por un demonio que me ofrece ciertas instrucciones que puedo escoger o rechazar, ya lo que decidiera mi voluntad.”

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