Libros prohibidos 5: La Biblia Satánica

Anton LaVey fue muy conocido en la sociedad americana de finales de los 60 y en el mundo del ocultismo por ser el fundador de la Iglesia de Satán. Autoproclamado como el Papa Negro, ya de joven comenzó a tener un gusto especial por lo satánico, ayudándole las historias de vampiros y demonios que le había oído contar a su abuela cuando era niño.
La Iglesia de Satán, fundada en 1966, alcanzó fama gracias a los personajes famosos que se asociaron a ella (el asesino Charles Manson, el cantante Marilyn Manson, e incluso hubo rumores que también apuntaban a la actriz Marilyn Monroe) y a un libro escrito por el propio LaVey, en 1969: la Biblia Satánica.
La Biblia Satánica tuvo una gran acogida en las librerías de los Estados Unidos. En ella, se habla de la Iglesia de Satán, del satanismo como religión y del cristianismo, atacándolo de mil maneras. Lo acusa de ser una plaga que atemoriza, reprime y que no deja pensar libremente a las personas, y que la imagen de maldad que produce el Diablo es gracias a las mentiras lanzadas por el cristianismo, con el objetivo de asustar a la gente para que huya de él y se cobije en el culto cristiano.
El libro habla de Satán como la máxima representación de la inteligencia y la humanidad en la Tierra; que Satán era un ángel de Dios, que pensó por sí mismo y se rebeló contra él.
Sobre el satanismo, la Biblia de LaVey promueve la humanidad y la libertad, y reniega de los sacrificios o profanaciones relacionadas falsamente a esta religión. Cree en la dualidad entre el bien y el mal, ya que sin bien no habría mal, y viceversa. También el satanismo tiene creencias en la magia y en los rituales mágicos. Su principal símbolo es el pentagrama, el cual representa la unión de extremos y la humanidad.
Es cierto que la Biblia Satánica se vendió muy bien en Estados Unidos, aunque hubo países que prohibieron su comercialización, por ejemplo aquí en España. Sin embargo, el pasado año, salió una nueva edición del libro de Anton LaVey en lengua castellana, haciendo ver que el satanismo y el mismo LaVey, doce años después de su muerte, no han pasado de moda.