miércoles, 19 de marzo de 2014

“Padre Nuestro”: los orígenes del rezo

 
 
 
El nacimiento de mi relato Padre Nuestro se empezó a fraguar con la convocatoria de la III Edición del Certamen de Relatos que organizaba la prestigiosa Web del Terror. Había dos condiciones obligatoriamente a cumplir: que la historia se desenvolviera en un escenario cerrado y que los zombies no fueran los protagonistas de la misma.
 
 
Lo de prohibir zombies no era un tormento para mí (creo que debo de ser uno de los pocos escritores de terror que no se ha cebado de los muertos vivientes en sus publicaciones, exceptuando a Román Costillas en mi novela El diverterrorífico mundo de Franky Sustitos). En cuanto a lo del escenario cerrado quería uno que no fuera muy habitual y que tampoco hubiera tocado en mis anteriores historias. Es obvio que los primeros pensamientos que contengan las palabras “terror” y “escenario cerrado” se me fueran en la dirección de casas embrujadas, mansiones (que ya tenía mi mansión de Cruell), castillos, habitaciones, hoteles u hospitales. Todos esos los deseché y al final, tras varias cavilaciones conmigo mismo, decidí quedarme con un escenario atípico de historias de miedo donde pensé que podría sacarle mucho jugo… y mucha sangre: una iglesia. La iglesia de San Fausto.
 
 
Los protagonistas de éste mi nuevo y ambicioso relato serían tres peligrosos atracadores: Torque (el jefe), Castro y Nandi. Su trabajo se basaba en robar a los feligreses de diferentes iglesias, en mitad de la misa. Justo cuando el sacerdote que la oficiaba empezara a rezar el Padre Nuestro. Es ahí cuando el trío de atracadores entraría en acción. Yendo por las buenas en principio y por las malas si el asunto se ponía feo, sin contemplación por nada ni por nadie. Si era necesario llegar a torturar o matar a alguien, se torturaba o se mataba, así de sencillo.
 
 
Sin embargo, estos atracadores se encontrarán con una iglesia muy distinta a las que han robado con anterioridad. San Fausto no es la iglesia que aparenta ser. No es una iglesia inofensiva, a la que sólo se va a rezar. Es una iglesia que esconde muchos secretos. Secretos aterradores que llevan ocultos durante cientos de años a los ojos del Hombre. Secretos de los que podrían ser víctimas Torque y compañía si se atreven a ir más allá de lo que esconden. De ellos, de su decisión crucial en cuanto al devenir del atraco dependerá el desenlace final de Padre Nuestro. Lo que sí tienen claro es que esta vez el peligro no sólo viene de ellos; en ese escenario divino, el peligro también puede venir de arriba (del Cielo) o de abajo (de los mismísimos infiernos). Que Dios les ayude. Falta les hará.
 
 
 
“Padre Nuestro”, relato de Emcharos incluido en la antología de terror “Dejen morir antes de entrar” (Amazon): http://www.amazon.es/Dejen-morir-entrar-Carlos-Coordinador/dp/1495325601
 
 

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