Hoy se ha fallado el XI Certamen Internacional
de Microcuento Fantástico miNatura, y por desgracia mi relato “No puedes
escapar a la llamada de la sangre” no ha estado entre los elegidos por el
jurado. Otra vez será. La obra ganadora ha sido “Moscas”, del asturiano Rafael
Novoa, el cual nos vuelve a demostrar porqué está considerado actualmente como
uno de los mejores autores españoles del microrrelato.
Eran verdes y gordas. Lo
acompañaban a todas partes refulgiendo al sol como aguamarinas. No sabía el por
qué de aquella extraña simbiosis, pero al pasar de los días, las moscas fueron
aumentando en número y las personas de su entorno comenzaron a quejarse.
Primero se quedó sin trabajo, después sin amigos. La gente por la calle se
hacía a un lado al verlo pasar con aquel enjambre a su alrededor; y pronto le
prohibieron la entrada en restaurantes, cines y supermercados.
Un día llegó a casa y
encontró una nota de su mujer. «Lo siento, Sherman, pero no aguanto más tus
repelentes moscas. Vivir contigo es como hacerlo con una plasta de vaca.» Al
final todos le abandonaron menos las moscas. Ellas no. Lo seguían a todas partes
con una fidelidad y devoción que daba miedo. A veces se rezagaban sobre un cubo
de basura, los excrementos de un perro o la gomina de algún ejecutivo; pero al
cabo alzaban el vuelo y le daban alcance allá donde estuviera.
«Parece usted un hombre
aseado; y no le encuentro síntoma alguno de enfermedad. Está sano», le dijo el
doctor Chandler, mientras apartaba las moscas a golpe de radiografía.
Desesperado, terminó
visitando a un curandero. Aquel hombrecillo, después de escuchar su historia,
lo agarró de una mano y lo sacó al patio exterior de la casa. Parados bajo el
sol esmerilado de la tarde, y en medio de una nube verde y zumbona de moscas,
lo mandó mirar al suelo y dijo: «Ahí tiene el origen de su problema, querido
amigo: hace tiempo que arrastra el cadáver de su sombra».