viernes, 14 de junio de 2013

No puedes escapar a la llamada de la sangre

 
 
Charly observó asustado cómo el presentador del programa que aparecía en el televisor comenzó a expulsar sangre por la boca a la vez que explicaba las reglas de un juego.

- Otra vez no…

Charly se levantó de súbito del sofá, más nervioso si cabe cuando vio que las paredes blancas del salón eran surcadas por pequeños ríos de sangre que desembocaban en charcos en el suelo, unos charcos que poco a poco iban aumentando de tamaño.

- ¡Otra vez no!

El techo, también blanco, cambió al completo de rojo, el mismo rojo que pintaba ahora las paredes. La lámpara colgada del techo y que iluminaba el salón con una luz clara, empezó a cambiar de iluminación; la bombilla emitió unos destellos rojizos mientras que su interior se iba llenando de sangre, para que los destellos dejaran paso a una iluminación roja que inundaba toda la estancia, incluyendo al aterrado Charly.

- ¡Basta, basta! ¡Parad ya! ¡Dejadme en paz de una maldita vez!

En un cuadro que reposaba en una mesa, unos jóvenes sonreían con sus dientes manchados de sangre. En un rincón, un florero rebosaba y salpicaba sangre a las rosas amarillas que contenía. Las agujas del reloj de pulsera de Charly marcaban una hora… una hora marcada con sangre.

Charly huyó rápidamente del salón y se encerró en el baño. Allí dentro, la luz estaba encendida, se respiraba tranquilidad, y su nuevo compañero de piso se miraba al espejo mientras se peinaba y escuchaba a Little Richard en un aparato de radio. Allí estuvo a salvo; su compañero de piso estuvo también a salvo… hasta que éste cometió el gravísimo error de abrir el grifo del lavabo. El agua que salía del grifo enseguida se convirtió en sangre; los ojos coléricos de Charly se inyectaron en sangre; y la bañera se fue llenando una vez más, gota a gota, con la sangre que brotaba del cuello degollado de su compañero de piso.


Relato de Emcharos presentado en el XI Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2013.
 

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