viernes, 2 de marzo de 2012

Entrando en la fiesta de “LSD”

Hace ya siete años escribí LSD, mi primer guión de largometraje, cuando por entonces era alumno de guión en la Escuela Andaluza de Cinematografía. La idea de esta historia vino a través del deshecho de otra historia mía en la que incluía algunas misteriosas y populares leyendas sucedidas en la ciudad de Sevilla. En resumidas cuentas, ya fuera con uno u otro guión, quería describir un relato en el que se vieran involucrados jóvenes y drogas, una peligrosa relación que siempre ha ido cogida de la mano.

Se ha hablado hasta en la saciedad de este tema, llevado tanto a la literatura como al cine o la televisión, contando además con los numerosos anuncios que se han emitido hasta la fecha. El punto de vista que un servidor deseaba procesar con LSD era el de la paranoia, la locura, el terror y la autodestrucción de uno mismo y de la gente que nos rodea y nos quiere. Quizás esto último pueda llegar a ser mucho más desagradable que esa autodestrucción, ya que, a veces, uno mismo no es consciente de lo que le pasa, de lo que sufre y de ese dolor arraigado, sentimientos que sí padecen más los seres queridos de nuestro alrededor.

El lsd, la cocaína, la heroína, e incluso el alcohol, entre otras drogas más o menos duras, pueden ser perfectamente los directores de nuestra particular película de terror. De una pesadilla basada en hechos reales. Adrián, Kike, Celeste y Susi vivieron en sus propias carnes ese miedo e infierno en vida que infunde toda esa basura que sólo sirve para generar más dinero del que ya tienen ciertos ricachones y para hacer de las personas juguetes rotos e inservibles para la sociedad. Lástima que el hombre muchas veces no cae del burro, y muchas veces tropieza con la misma piedra, a pesar de las claras señales de advertencia.

Yo siempre he sido un amante del género de terror. Me han fascinado las historias de horror que he visto en películas y que he leído en cientos de libros. Me inquietan las víctimas que están a punto de morder el polvo a manos de su asesino y me sorprenden las atmósferas escalofriantes en las que se desenvuelven las escenas. Lo que sí tengo claro es que prefiero contemplar esas terroríficas historias, como la de LSD, desde el butacón de mi casa y no convertirme en el protagonista absoluto del terror en la vida real, menos aún cuando uno está empezando a vivir.

A todos vosotros, jóvenes lectores y visitantes accidentales de Emcharos 2002, os invito a mi fiesta del LSD. Obtendréis la invitación gratuita pinchando en el siguiente enlace: http://www.bubok.es/libros/2247/LSD Aunque claro, también tenéis la posibilidad de pillar una buena dosis o gramos de terror real. Al fin y al cabo, sois los que tenéis siempre la última palabra.


1 comentario:

Lilith Angelical dijo...

He leído la sinopsis y me has tentado así que el archivo descansa en mi carpeta de descargas en espera a un rato libre para enviciarme con otra lectura... ya comentaré que me pareció :P

Saludos!