jueves, 22 de marzo de 2012

Caminos

Cada nuevo día, un gran número de caminos se abren ante nuestros ojos como venas hinchadas en la tierra. Caminos que nos llevan a sitios conocidos o desconocidos; que nos llevan al triunfo o al fracaso. Caminos que nos hacen reír y nos hacen llorar. Caminos largos a los que no se les ve el final, y caminos cortos que duran el tiempo de fumarnos un cigarrillo. Caminos con forma de corazón y con forma de lágrima. Caminos que nos veneran y que nos maltratan. Caminos que nos confunden y que nos hacen tener las ideas más claras. Caminos donde el caminante hace camino al andar y que son inescrutables para el Señor.

Entre tantos caminos, entre tantas sendas,… ¿cuál elegir? ¿Cuál es el mejor camino para nosotros? ¿El más adecuado a nuestra vida? ¿El que nos hará más feliz, el que nos dará más cariño y calor humano, el que mejor nos cobije entre sus tiernos y fuertes brazos?

Lástima que nunca sepamos eso hasta no llegar al final del camino. Las bolas de cristal y las cartas del tarot no nos servirán para adivinar ese ignorado destino. De si habremos acertado al escoger ese camino, o de arrepentirnos por no haber escogido el otro. ¿Acaso alguien lo sabe?

El final del camino es el único sabedor de todas nuestras dudas e incertidumbres. Será al llegar a la meta donde se destape el pastel, y nos demos cuenta de si estaba sabroso y dulce tras comérnoslo enterito, o si por lo contrario nos han dado con el pastel en las narices. No queda otra que levantar al cielo la copa de campeón o de bajar la cabeza con síntomas de derrota.

Precaución, amigo caminante, con el camino que elegís y pisáis. Que os acompañe la diosa Fortuna en vuestros pasos y que a ser posible tengáis siempre un buen viaje.


1 comentario:

Anónimo dijo...

EM,en todos los caminos hay cambios de sentido, lo bueno está en cogerlo a tiempo. .Me gusta como escribes.Saludos.