lunes, 6 de septiembre de 2010

Del fracaso a Irlanda

Pocos son los escritores que empiezan con el pie derecho en su difícil carrera por consagrarse como reconocidos autores de novela, de cuentos o de poesía. Los comienzos son complicados para todos o casi todos, y hay que mantener la perseverancia y la ilusión en el trabajo si deseamos lograr nuestro cometido. O al menos, tener la conciencia tranquila de que se intentó a más no poder hasta el último momento.

No es de extrañar que en esos comienzos, numerosas editoriales rechacen tu obra por muy buena que te parezca, o que te lleves un chasco en los certámenes literarios pensando que, como mínimo, puedes llegar a ser finalista. Todo ello entra en la normalidad del escritor novel, y así debes aceptarlo con la mejor cara y ánimo posibles. Y ojo, que te suceda eso no quiere decir que tu historia sea mala, en absoluto. Podemos estar hablando de una historia perfectamente publicable. Y pongo un ejemplo para aquellos jóvenes escritores que se encuentren bajo de moral.

Hace pocos días tuve la suerte de contactar a través de Facebook con la escritora bilbaína Espido Freire, ganadora del Premio Planeta y a la cual admiro desde hace años. Y me habló de Irlanda, su primera novela publicada en 1998, y el primer libro que leí de ella. Si los datos no me fallan (Espido, corrígeme si me equivoco), era aún una muchacha de instituto de apenas 16 años cuando Freire terminó de escribir Irlanda. La presentó al certamen literario que organizaba el centro educativo en el que estudiaba, esperanzada con que su maravillosa historia pudiera salir victoriosa. Sin embargo, no fue así, y la jovencita Espido se llevó una gran decepción. Ocho años después, Irlanda fue publicada y obtuvo una muy favorable acogida por parte de la crítica, además de alzarse con el premio francés Millepage a la novela revelación extranjera. Y era la misma historia que en 1990 perdió un certamen literario de instituto. Cómo cambian las historias, ¿eh?

Ni se os ocurra tirar nunca un trabajo vuestro a la papelera, ya sea la que tenéis en el escritorio del ordenador o la que está en un rincón del estudio. Aunque ese trabajo haya fracasado a la hora de ser publicado o no haya ganado el premio literario que se celebra en tu barrio. A Joanne K. Rowling le rechazaron Harry Potter un total de ocho editoriales antes de que al fin se lo publicaran y arrasara en todas las librerías del mundo; Stephen King le debe parte de su éxito a su esposa Tabitha, que fue quien rescató del cubo de la basura a Carrie, la que sería la primera novela publicada por el Maestro del Terror y una de sus obras más reconocidas.

Nunca matéis a vuestros personajes; nunca destruyáis vuestros mundos creados. Apostad fuerte por ellos, aunque reciban palos a destajo. Si conseguís mantenedlos en pie, con firmeza y pundonor, puede que avancen paso a paso hacia un lugar más acogedor e ilusionante. Un lugar parecido a Irlanda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La decepción no fue por perder... fue porque no me dieron más razones que ... "es amoral"...
¿Es la literatura, además de bien o mal escrita, amoral? Tras algunos años, esa lectura amoral se obliga a casi 200.000 alumnos.
Yo tenía su edad, la de entonces.
Ojalá la tuviera ahora. Un beso y gracias.
E

Knabe Mit Koffer dijo...

Joder Mch, eres un tío de puta madre, Jajajaja. Yo he escuchado a Espido Freire alguna vez en el programa de Julia en onda cero, de todas formas no es hablar sobre su obra lo que me interesa (que desconozco) sino laurear tu post, que afora mismo (12:53 PM) despierta más interés en mí que el libro de cualquier otro escritor.

Ánimo colega. Cada uno se hace su camino. Gracias x seguir escribiendo.