martes, 4 de mayo de 2010

Mis vecinas las prostitutas

El próximo 29 de mayo asistiré a un recital de poesía en Écija, el segundo al que tengo presencia como poeta (el primero fue en mi pueblo, Brenes). Pero esa no es la noticia que cotillean las vecinas de mi municipio natal. La noticia que está dando que hablar en la actualidad trata del puticlub que han abierto casi en el centro del pueblo. Allí, cerca del ayuntamiento y de la mismísima iglesia, compitiendo con estos por ser el máximo centro de atención del turista, que aquí tampoco abundan.
Como suele pasar, han surgido comentarios de todo tipo. ¿El negativo? Que si es una vergüenza, que se lo tenían que haber llevado a las afueras del pueblo, que van a ensuciar el nombre de Brenes,… ¿El positivo? Los breneros se ahorrarán gasolina a la hora de irse de putas, importante tal como está el panorama con la crisis.
Un grupo de mujeres sensuales, atractivas, picantonas, de distintas razas e idiomas han abordado las calles de Brenes de imprevisto. El sonido de las campanas del reloj del ayuntamiento se mezcla con el de unos tacones que caminan por estrechos callejones. El olor a carne o pescado es acompañado por unas gotas de suave fragancia de Chanel. Los carros de la compra se ruborizan por las incesantes vueltas que dan los bolsos en las esquinas. El chismorreo de los patios deja paso a los guiños de ojos y a los besos al aire. Hasta las flores de mayo se pitan los labios de rojo y resaltan sus escotes de pétalos, haciendo competencia por ver qué flor es más hermosa y atrayente.
Personalmente, nunca he tenido nada en contra de las prostitutas ni de la libertad que cada uno pueda hacer con su cuerpo. No me gusta llamarlas bajo el grosero calificativo de “putas”, porque pienso que, como ocurre con los locos, las verdaderas putas son las que están fuera de los prostíbulos y del oficio. Pero no tachemos de putas o de mujeres de mala vida a esas personas que sólo buscan un porvenir no de mala, sino de buena vida, un porvenir para ellas y para sus hijos, un porvenir que nadie más quiere darles, que nadie está dispuesto a ofrecerles por un motivo u otro. Al igual que le tocamos las palmas a los emigrantes que tienen que irse al extranjero a trabajar porque en su país no hay para comer, toquemos también las palmas a las mujeres que tienen que albergar con pollas infieles, sumisión, esclavitud y enfermedades para poder subsistir ante tanta mierda e injusticias.
Pero claro, eso no está bien visto, el trabajar follando y que todo dios se entere a lo que te dedicas. La mayoría de la sociedad está acostumbrada a hacerlo todo en secreto, en la intimidad. Todo a las afueras del pueblo. Follar en la intimidad; engañar en la intimidad; robar en secreto; torturar o matar en secreto, corromper a espaldas del pueblo… Y es que en este mundo no conviene que se sepan tantas y tantas cosas.
Albertucho, amigo, tienes tú ahora la palabra. Que hable tu niña y callen las marujas de malas lenguas.

1 comentario:

William dijo...

Magnifico una visión que tienen muchos pero la sociedad les ha callado... si no de donde nos sacamos la clásica frase: "irse de putas a celebrarlo o hay que desvirgarse con una buena puta"
Simplemente, dejar hacer, con cordura y con saneamiento.