viernes, 22 de enero de 2010

Paulino, tenemos un problema

Con el siguiente post, doy comienzo a un nuevo apartado en mi blog, llamado La columna de Emcharos. En él hablaré de diversos temas de actualidad ajenos al maravilloso mundo de las letras y que merecen ser leídos por los visitantes de Emcharos 2002.
El primer tema que hoy abarco en el estreno de mi columna es sobre la línea de autobuses que hay desde el pueblo sevillano de Cantillana hasta la capital hispalense, pasando por Villaverde del Río, Brenes (mi pueblo) y San José de la Rinconada. Aunque debería decir mejor “la nefasta línea de autobuses”.
Y es que la Compañía de Autocares Paulino tiene un grave problema con su servicio. El problema no es otro que el mal estado que presentan esos mismos autobuses, los cuales en los últimos dos meses se han estropeado en dos ocasiones a mitad de camino a Sevilla, estando yo presente. Algo normal tratándose de vehículos con muchos años de recorrido que aún no han sido sustituidos por autobuses más nuevos y en mejores condiciones.
¿A qué esperan para actualizarse como los ordenadores? ¿Tiene que ocurrir una desgracia terrible e irreparable para que quiten de una vez por todas esos viejos mastodontes?
Si de verdad les importa la seguridad de sus viajantes, deberían poner una solución YA a este caso, teniendo lo que tengan que hacer, hablando con quien tengan que hablar. Pero que hagan algo YA, porque de corazón lo digo, y lo siento por quien se pueda sentir ofendido, pero esa línea de autobuses es de pena.
Eso sin contar la habitual falta de puntualidad con la que llega a las respectivas paradas, logrando retrasarse hasta veinte minutos, lo que conlleva al enfado y a las protestas de la gente que necesita llegar a una hora a determinado sitio, y que gracias al amigo Paulino, se tiene que joder. O de la mierda que casi siempre hay dentro de los autobuses: chicles pegados en los asientos, cáscaras de pipas y bolsas de gusanitos por el suelo, pintadas en los cristales,…. Más que un transporte público del siglo XXI, parece un barrio marginal ambulante.
Por lo que a mí respecta, seguiré cogiendo el autobús cada vez que tenga que ir a Sevilla (me viene mejor para llegar al centro que el tren), con más nerviosismo que tranquilidad por lo que pueda suceder en el trayecto. De todas formas, si ocurriera alguna catástrofe (que el chófer del bus lea este post, por ejemplo), que conste que se veía venir por lo que aquí habéis podido leer. Comprensión, amigo conductor.

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