viernes, 15 de mayo de 2009

Welcome to Cruell

A lo largo de los años, muchos son los pueblos norteamericanos que han sido conocidos en el mundo entero por sus leyendas, sus supersticiones, sus misterios,… Por sus sorprendentes e inquietantes historias.
Famosa es la historia de Duck River (Tennessee), un pueblo que estuvo poseído por un travieso poltergeist en 1821. Se dice que su predilección eran los niños, a los que les arrojaba tierra, tiraba de los cabellos y les cantaba canciones sobre la muerte.
La historia del jinete sin cabeza, con la que a más uno se acordará del Sleepy Hollow de Tim Burton, y que se inspiró en una historia real: la de un soldado cuya cabeza fue decapitada durante la Guerra de la Independencia. Su fantasma aún galopa a lomos de su caballo por el pueblo de Greenburgh, cerca del rio Hudson, en busca precisamente de su cabeza.
Otra famosa leyenda, la del autostopista, nació en el pueblo de Uptonville (Nueva York), donde un conductor recogió a un hombre y una mujer en las afueras del pueblo. Poco después, durante el trayecto que les llevaba a Rochester, estas dos personas desaparecían misteriosamente del interior del coche en marcha.
Un fenómeno que fue noticia en todos los periódicos de América, fue la aparición de unas extrañas luces en el cementerio de Silver Cliff (Colorado), en 1880. Las luces aparecían por las noches, sobre las tumbas de los fallecidos, y se llegó a convertir en toda una atracción turística, hasta que dejaron de sucederse en 1967, sin llegar a descubrirse la verdad de ese misterio.
Pero yo quiero centrarme en un pueblo en particular. Un pueblo norteamericano, que tiene también sus leyendas, sus supersticiones, sus misterios… Y cómo no, sus historias. Sus sobrecogedoras y terroríficas historias, que superan con creces a las historias de Duck River, Greenburgh o Uptonville. Ese pueblo se llama Cruell. Y muy pronto conoceréis todas esas historias que siempre se han contando de él. De él… y de una mansión en especial.
Sed bienvenidos, amigos lectores. Bienvenidos a Cruell. Bienvenidos a su mansión.

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