miércoles, 13 de mayo de 2009

La eterna crisis del escritor novel

Luis se levanta temprano de la cama. Hoy no tiene que ir a trabajar, pero ya tiene la hora de costumbre para levantarse.
Se mete en la cocina y se prepara una taza de café. Mientras se lo toma junto a una tostada, enciende el televisor, poniéndolo con poco volumen para no despertar a su mujer ni a sus tres hijos pequeños. Otra vez, las noticias se hacen eco de la terrible crisis económica por la que está atravesando el país. Más gente despedida, más trabajos que se acaban, más manifestaciones de trabajadores desesperados. Luis quita el televisor y sale al patio. Se queda mirado absorto una caja de herramientas cerrada y un casco de protección. Los mira como si fueran bebés dormidos, que esperan ansiosos por que les despierten.
Luis se viste y sale de su casa a pasear por las calles del pueblo poco transitadas a esas tempranas horas del día. En su mente, se conciencia de que la crisis, su crisis, acabará pronto y podrá volver a la construcción. Podrá volver a la rutina diaria, a su día a día en la vida.
Marta se levanta temprano cada mañana. Le encanta trabajar temprano, sin que nada ni nadie la moleste. Antes de ponerse manos a la obra, se toma un zumo de naranja y se fuma el primer cigarrillo del día. Después, se encierra en su estudio, enciende el ordenador y comienza a escribir.
Escribe una historia que la tiene completamente abstraída del mundo real. Le encanta cómo está quedando. Es una novela maravillosa, mucho mejor que las seis que anteriormente ha escrito.
Al cabo de un tiempo, la manda a distintas editoriales. Todas ellas le dan la misma noticia negativa. Otra novela más de Marta que queda metida en el cajón de su escritorio. Y ya van siete.
En el salón de su pequeño piso, donde vive sola, enciende el televisor. Otra vez, las noticias se hacen eco de la terrible crisis económica por la que está atravesando el país.
Marta apaga el televisor y sale a dar un paseo por las calles de la ciudad. En su mente, se conciencia de que la crisis acabará pronto para los constructores, los electricistas, los agricultores o los mecánicos. Sin embargo, sabe también que la crisis del escritor novel es un pozo oscuro del que muy pocos conseguirán salir, dejando en él, de forma vana, su ilusionante y agotador día a día en la vida.

No hay comentarios: