lunes, 16 de marzo de 2009

La noche (1ª Parte)

“La noche”, relato de Emcharos publicado en la I Antología de Relatos HELLinFILM (Editorial Bubok).

No sé qué fue lo que me hizo despertar. Y tampoco sabía por qué me había levantado de la cama. Aún era de noche. Muy de noche. Todo estaba muy oscuro a mi alrededor. Sin embargo, podía darme cuenta de una cosa: no me encontraba en mi cama. Al tocar el colchón, las mantas, la almohada,… Era distinta. Después, tuve la sensación de que tampoco estaba en mi dormitorio. Aquel dormitorio se veía borroso y desordenado. Estaba convencido de que no era el mío.
¿Dónde estoy?
Puse los dos pies descalzos en el suelo y me incorporé de la extraña cama. La puerta del dormitorio permanecía cerrada. Di tres, cuatro pasos hasta ella y la abrí. Más noche. Más oscuridad.
¿Y ahora dónde me encuentro?
Os confesaré un secreto: me da miedo la noche. La odio. Si por mí fuera, jamás hubiera existido. No soporto sus ruidos, sus sombras, sus visiones,… Aquella noche era la peor de todas. Durmiendo en una cama y en un dormitorio desconocidos, caminando en mitad de la nada, sin saber qué hacer y adonde ir.
Me detengo, pensativo.
Estaba en mi casa… No fui a ninguna parte… Me quedé en mi casa, solo, durmiendo plácidamente…
Un ruido. No muy lejos de mí.
- ¿Quién hay ahí? -, me oigo decir.
Otro ruido. Este más cercano.
- ¡No tiene gracia! ¿Quién es?
No puedo identificar de dónde proviene ese ruido. Sólo sé que está muy próximo. Parecen como arañazos de unas largas uñas en las paredes.
Tras esto, oigo unas pisadas detrás mía. Me giro para intentar descubrir de quiénes son, pero todo está oscuro y no veo a nadie. La noche guarda demasiado bien sus secretos.
Camino más deprisa, con el miedo empezando a poseer mi cuerpo. No sé adonde me dirijo, me da igual. Quiero huir de los arañazos y las pisadas que me persiguen. Eso es lo que importa.
Mis esfuerzos son en vano. Por más que mis piernas se mueven de un lado para otro, no consigo dejar atrás el sonido punzante de los arañazos y las pisadas que me siguen emitiendo un clac, clac, clac.
Susurros.
Mis odios se llenan de unos susurros que vienen de todas direcciones. No entiendo nada de lo que me dicen. Desconozco de quiénes son esas misteriosas voces.
- ¡Callaros!
Los susurros no cesan. Prosiguen los arañazos y las pisadas. Todo eso junto me está volviendo loco. Ya no sé qué hacer. La noche me tiene atrapado en su manto de tinieblas. En su mundo de miedos y temores, donde cualquier cosa puede suceder.
Cualquier cosa.
Tengo que escapar… ¡Tengo que escapar!
Busco desesperado una salida. Porque tiene que haberla. Es difícil caminar a ciegas, sin nada que te ilumine. Tengo que guiarme por mi instinto para sobrevivir.
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Continúa en la 2ª Parte.

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