lunes, 3 de noviembre de 2008

El misterioso mundo de los escritores 4: Bram Stoker


Todos conocen a Bram Stoker por ser el creador de uno de los personajes más reconocidos en la literatura universal, el terrorífico Conde Drácula. Su famosa novela es, actualmente, la tercera obra literaria de lengua inglesa más leída en todo el mundo, después de la Biblia y Hamlet.
Pero sobre Stoker hubo un rumor que nunca se supo si fue real o no; una leyenda urbana con la que se dice ayudó al escritor irlandés a la hora de escribir “Drácula” en el año 1897. Había quien afirmaba por entonces que Bram Stoker pertenecía a una sociedad secreta llamada Golden Dawn (Amanecer Dorado) donde coincidió con otros escritores interesados en temas esotéricos, ocultismo y magia ritual, que era precisamente a lo que se dedicaba esta sociedad.
A raíz de estas reuniones y ceremonias secretas, Bram Stoker comenzó a tener constantes alucinaciones sobre una especie de rey de los vampiros que salía de su tumba en busca de sangre. Gracias a estas supuestas visiones, el escritor daría rienda suelta a su imaginación, hasta llegar a concebir a “Drácula”, inspirándose también en las atrocidades cometidas por un personaje real y sanguinario, el príncipe de Valaquia Vlad Tepes.
Las alucinaciones de Stoker sobre ese rey de los vampiros le acompañaron hasta su muerte, en 1912. Su mujer, Florence, fue testigo de cómo éste no paraba de señalar desde la cama una esquina de su dormitorio, asustado. El escritor pronunciaba una y otra vez la palabra “Strigoi”, que en rumano significa vampiro. Por supuesto, Florence no veía allí nada de nada. Con esa palabra en sus labios y con el miedo metido en su debilitado cuerpo, Bram Stoker falleció en su lecho. Mientras, aquel imaginario rey de los vampiros al que Stoker bautizó como Drácula no había hecho más que nacer a los ojos de la humanidad.

1 comentario:

Infiernodeldante dijo...

Serían realmente alucinaciones las de Stoker? o convencido de su obra, termino concibiéndola como real? Interesante entrada. Aunque lei la obra, poco sabía de su autor. Muy bueno. Un abrazo.